
Nuestras manos se rozaron al caminar
y de prisa guardé toda mi piel,
para evitar mayor contacto,
alejarme, supongo,
no lo suficiente,
de todo riesgo,
poner mi corazón a salvo
de la atracción de tus encantos.
Al sentir tu mano en mi cintura
los recuerdos,
progresivamente,
invadieron todo mi cuerpo
y al recorrerlo,
presentí todo perdido.
En un intento por salvarme,
me arranqué brazos,
piernas y lengua,
arrasé con todas mis bocas.
Tal vez ha sido demasiado tarde,
no basta con desarmarme,
al escucharte,
se desataron en mi,
un sin fin de pensamientos obscuros,
que ahora me hierven e
inundan de descabelladas ideas.
Todo sitio que hayas recorrido,
en algún momento de nuestra historia,
se encuentra transitando un incendio,
lento pero seguro.