viernes, 14 de noviembre de 2008

Nadie corría peligro, por eso fuimos.


Nuestras manos se rozaron al caminar
y de prisa guardé toda mi piel,
para evitar mayor contacto,
alejarme, supongo,
no lo suficiente,
de todo riesgo,
poner mi corazón a salvo
de la atracción de tus encantos.



Al sentir tu mano en mi cintura
los recuerdos,
progresivamente,
invadieron todo mi cuerpo
y al recorrerlo,
presentí todo perdido.

En un intento por salvarme,
me arranqué brazos,
piernas y lengua,
arrasé con todas mis bocas.

Tal vez ha sido demasiado tarde,
no basta con desarmarme,
al escucharte,
se desataron en mi,
un sin fin de pensamientos obscuros,
que ahora me hierven e
inundan de descabelladas ideas.

Todo sitio que hayas recorrido,
en algún momento de nuestra historia,
se encuentra transitando un incendio,
lento pero seguro.

2 comentarios:

marichuy dijo...

"y de prisa guardé toda mi piel,
para evitar mayor contacto,"

A veces es tanto lo que se nos remueve con un simple contacto de las manos, que dan ganas de correr para resguardarnos... las mismas ganas que de quedarse y que el contacto se extienda por todo el cuerpo.

Saludos

Juan! dijo...

Esta genial!!!

Eso de poder perderse con cosas tan simples como una caricia hacen que todo valga la pena.

Me encantó